sábado, 5 de julio de 2008

Concierto de Carlos Baute en Pamplona


Anoche asistí a uno de los conciertos previos a las celebérrimas fiestas de San Fermín. He de decir que me sorprendió el increíble ambiente prefiestas, ya que había tal cantidad de gente que parecía que el chupinazo se hubiera lanzado hace ya un par de días. Lamentablemente el concierto estuvo muy por debajo de lo que la ocasión requería.




No voy a negar que Carlos Baute es un artista reconocido internacionalmente. Sin embargo su puesta en escena roza el ridículo. Es absolutamente bochornoso que alguien introduzca play-back en parte de las canciones de un concierto (al menos muchos lo creímos así). Cuando alguien va a un concierto lo hace para disfrutar de la emoción del directo, no para escuchar sonidos pregrabados. Cada vez que una canción requería de los limitados movimientos de Baute, los micrófonos desaparecían del escenario lo que unido a que los labios del cantante no se correspondían con lo que se oía resultaba de lo más sospechoso.




La ventaja que tiene Baute sobre otros cantantes es el colectivo de niñas (y no tan niñas) que dan rienda suelta a un desmedido histerismo totalmente incomprensible para mí. Puedo entender que intérpretes de la talla de David Bisbal, que ponen toda la carne en el asador (Bisbal en sus conciertos hace casi tantos kilómetros como el mejor futbolísta del momento, Don Raúl González Blanco) hagan las delicias del público femenino; pero este paralítico del escenario es un insulto para todos aquellos que saben preparar conciertos dignos del respeto del todo el mundo.




El colmo llegó cuando osó imitar al talentoso Michael Jackson. El polémico cantante norteamericano es uno de los mejores bailarines que ha habido sobre un escenario; teniendo en cuenta la nula movilidad del soporífero Baute, como os podéis imaginar, hizo que en ese momento mis amigos y yo decidiéramos que era más inteligente marcharnos de copas que permanecer allí un solo minuto más.




Por si fuera poco, mientras nos íbamos, el ínclito Baute intentó una penosa versión del "chiki chiki" de tal manera que logró elevar a Rodolfo Chiquilicuatre a la altura del mimísimo Frank Sinatra.




En fin, esperemos que los próximos conciertos superen la medianía vista ayer, lo que no será muy difícil. ¡VIVA SAN FERMIN!

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